01 _ Crónicas de viña y vino x Alejandro 

Mi nombre es Alejandro M Bartolome, ingeniero agrónomo, y creador de Pielihueso. Durante toda mi carrera, la que fue del año 1975 a 2017 digamos, mi foco estuvo en producción de alimentos soja, trigo, maíz, leche, carne, y así.

Pero en este otoño de mi vida, como me gusta llamar a este momento en el que estoy viviendo a mis 64 años, llegué a finalmente tener una finca familiar. La nuestra. Se llama Los Parrales y acá es donde cultivamos y cosechamos uva para elaborar otro alimento, el vino.Queda en Mendoza, Los Sauces, y dimos con ella después de un tiempo de búsqueda intensa, que comenzó pensando plantar uva en la Provincia de Buenos Aires! esta idea se bajó rápido cuando nos dimos cuenta que hubiese sido imposible que los campos vecinos que usan agroquímicos no nos contagien.

Cuando llegué a el Valle de Uco y vi su viticultura, confirmé aún más esta nueva visión. Empecé a ver desde otro ángulo todo lo que hice durante mi carrera, a preguntarme muchas cosas y entendí que trabajar la tierra podía ser de otra forma. Básicamente aprendí que era posible no usar químicos y trabajar de forma orgánica.

Desde ese momento entendí al vino como una uva que fermenta, gracias al gran número de microorganismos muy diversos que contiene como fruta en la naturaleza, naturalmente. Entendí que los químicos pueden intervenir en este proceso de transformaciones fermentativas y hacer que el resultado final no refleje la realidad definitiva de la finca.

Es por eso que iniciamos un camino de conversión agrícola en nuestra viña- A Los Parrales le faltaban algunos mimos, cariños, dejarla ser.

El primer paso fue conocer a Jony, o Jonatan Ortega, el encargado de la finca, que ya venía trabajando ahí hace varios años. Fuimos desde cero, conociéndonos, entendiendonos, y armonizando el trabajo con Sebastian Bisole, nuestro conductor enológico, y con Celina, preparada para comunicar y comercializar lo nuestro, en definitiva hacer el equipo.

Esta sería la base, el inicio de una cadena aún más larga, que empieza por cosechar la uva, transformarla en vino, embotellarla y lograr algo que hable por nosotros.

Después vino el tractor nuevo, la fertilizada con guano de cabra, los caminos delimitados, los planes de plantar más variedades, el plan (sueño) de tener una bodega y fundamentalmente la decisión de cambiar, de aceptar que se puede producir uva sin la intervención de químicos externos. En algún momento tuve la sensación de que era un religioso converso, y dicen que son los más fundamentalistas, pero no, fue más entender la lógica de los procesos y dejar fluir a la naturaleza con sus químicas más básicas. Ser un espectador conductor, más que un actor determinista.

Me acuerdo cuando estuve, antes de tener la finca, en una bodega en Alemania con Cecilia mi esposa, donde se hacía todo orgánico, cuando la propietaria me dijo, “Si yo con 1000 mm de lluvia por año hago todo sin químicos, cómo en Argentina con 200 mm no van a hacerlo así!!!”. Tenía razón, sin duda

Ya hace más de un año que nos las arreglamos con Jony y Sebastian para hacerlo de esa forma, y nos forzamos a tomar decisiones solo en ese sentido. Solo minerales, riego, abonos orgánicos, sembrar vicia entre las líneas, tener el suelo cubierto siempre, dejar que las malezas crezcan y cortarlas. Estamos pensando en tener animales pronto, y conectarnos aún más con la tierra que nos pide acompañarla.

Ser coherentes, honestos, no traicionar al suelo, generar un buen ambiente de trabajo, con conciencia de nuestro entorno de fauna y flora, pero fundamentalmente de personas que nos miran y con los que estaremos conectados por doble vía para siempre. Así se hará la uva, y así el vino que se haga con esa uva, reflejo fiel, que hable por nosotros y por todo lo que nos rodea, respetandolo. Eso será un gran logro.


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